DÍA DE DARWIN: CELEBRAR SIN DEIFICAR

Por Alexander Hall

El viernes 12 de febrero de 2016 se celebró el 207º aniversario del nacimiento de Charles Darwin. Celebrado en todo el mundo como el ‘Día de Darwin’, se llevaron a cabo eventos en todos continentes, desde Tel-Aviv a Tokio, para conmemorar el trabajo del naturalista inglés, explorar su legado y hablar sobre el estado actual de las cosas en el campo de la Biología Evolutiva y en otros ámbitos. Dado que la mayoría de los asistentes a las conferencias o participantes en los eventos de hoy pueden hacerlo simplemente para aprender más sobre el trabajo de Darwin, es un momento oportuno para reflexionar más profundamente sobre “¿por qué Darwin?” ¿Por qué no el Día de Newton, Einstein o Turing? Además, ¿somos ingenuos al suponer que dichos días conmemorativos son simplemente para celebrar la historia y la ciencia? ¿Es lo que en apariencia parece una celebración secular de una figura científica histórica, en peligro de alienar a aquellos con creencias religiosas, y deificar a una figura por encima de todas las demás?

La celebración del legado de Darwin tiene una historia casi tan antigua como el hombre mismo. En 1909, el centenario de Darwin (Darwin había fallecido en 1882) y 50 años después de la publicación de El origen de las especies, los acontecimientos tuvieron lugar en Nueva York, Nueva Zelanda y, sobre todo, en Cambridge, donde se reunieron más de 400 científicos y dignatarios de 167 países diferentes. En 1909 el legado científico de Darwin todavía no estaba claro, ya que su teoría de la selección natural aún no era ampliamente aceptada como el mecanismo de la evolución. Además de las actividades familiares asociadas con tal evento académico, discursos, conferencias y la otorgación de títulos honoríficos, también había una exposición de recuerdos de Darwin y sus antiguas habitaciones en el “Christ College” estaban abiertas a los visitantes. Si deseas más información sobre las celebraciones de 1909, consulta el resumen de John van Wyhe en Darwin Online.

Las celebraciones de 1909 pueden considerarse como la culminación de un proceso temprano de apropiación de Darwin como héroe de la ciencia, que surgió de la imagen pública de Darwin en su propia vida. Reforzado por una serie de biografías hagiográficas tempranas, el legado de Darwin se convirtió cada vez más en su minucioso y riguroso poder de observación, su fiabilidad y posición como ejemplo moral, y sus creencias científicas y religiosas personales. Como ha reflejado el historiador de ciencia Bernard Lightman: “Hubo un gran interés en la vida privada y en las creencias personales de Darwin, porque se consideraba que su comprensión era crucial para entender el significado más amplio de las teorías evolutivas de Darwin“. (Lightman, 2010)

Si avanzamos rápidamente 50 años hasta 1959, el 60º aniversario del nacimiento de Darwin (son 150 años) y el centenario de la publicación del Origen, mucho había cambiado en las ciencias biológicas. La selección natural formaba parte integral de la biología moderna, la obra de Gregor Mendel sobre la capacidad de heredar se había redescubierto a principios de siglo, y gracias a la labor del estadístico y biólogo inglés R.A. Fisher, la genética mendeliana se combinó con la teoría de la selección natural de Darwin para unir las entonces dispares ramas de la biología, agrupando temas tan diversos como la biología molecular (entonces conocida como citología), la ecología y la paleontología. A principios de la década de 1940, este nuevo enfoque combinado de la evolución biológica se conoció como la síntesis moderna, término que acuñó Julian Huxley, biólogo evolucionista y nieto del denominado Bulldog de Darwin, Thomas Henry Huxley.

En lugar de diluir el deseo de considerar a Darwin como una figura independiente, el centenario de la principal publicación de Darwin ofreció la oportunidad de enmarcar los recientes acontecimientos en este campo. No habría sido posible dar a conocer la síntesis moderna y situarla dentro de una narrativa progresiva de avances racionales en el entendimiento científico sin la figura paternal de Charles Darwin.

En el aniversario de 1959 se llevaron a cabo actividades internacionales a una escala nunca antes vista para un científico individual, con eventos planeados desde Australia hasta Brasil y la Unión Soviética. En una ruptura con los aniversarios anteriores de Darwin, el principal evento conmemorativo en noviembre de 1959 tuvo lugar en la Universidad de Chicago. La conferencia, que duró cinco días y contó con 2.500 participantes inscritos y un programa académico y público completo, despertó una enorme atención de los medios de comunicación. Como ha demostrado la historiadora de ciencia Vassiliki Betty Smocovitis, la celebración del centenario de Chicago en 1959 “no abordó directamente el desarrollo de las ideas de Darwin ni de su obra”. Más bien, los acontecimientos de 1959 consistieron, en gran medida, en promover el nuevo campo unificado de la biología evolutiva, asegurando que los Estados Unidos se consideraran centrales en este campo, e incorporando al proyecto de biología evolutiva temas de fuera de los límites tradicionales del esfuerzo científico, tales como la antropología.

“Si las celebraciones, en su conjunto, fueron un éxito de gran magnitud, fue porque la síntesis evolutiva, que estaba en marcha, había sido un éxito en la unificación de la evolución y la biología. En última instancia, a un nivel profundo, los celebrantes se alegraron y al mismo tiempo reafirmaron sus propias nuevas identidades como hijos y, literalmente, como nietos de los protagonistas de la historia original. Por lo tanto, Darwin y su vida y obra tenían un significado simbólico muy fuerte para los biólogos evolutivos de la posguerra, que estaban ansiosos por unificar, fortalecer y promocionar su nueva comunidad”. (Smocovitis, 1999)

La evolución como religión: la perspectiva evolutiva de Julian Huxley

Por Tom Kaden

Uno de los discursos más conmovedores durante las celebraciones de 1959 en Chicago fue “La visión evolutiva” de Julian Huxley. En el discurso Huxley presentó un breve esbozo de su visión humanista del mundo; una combinación única de lo religioso, lo secular y lo darwiniano. Huxley veía la evolución como un fenómeno universal que abarcaba no solo el tema de las ciencias naturales, sino también la mente y la cultura. El humanismo científico para Huxley fue un resultado directo de esta evolución universal. Huxley creía que era “el destino del hombre […] ser el único representante de la futura evolución de este planeta” (Huxley, 1960). Por eso era importante para él que el hombre tomara conciencia de su agencia, sobre todo porque había muchos problemas serios por resolver, como la “guerra supercientífica”, la “superpoblación” y la “ideología comunista” (Huxley, 1960). Aquí entra en juego el humanismo. Proporciona un vínculo entre el estado interior del hombre y su mundo socio-político, y logra resolver los problemas en ambos ámbitos. Para Huxley, preparar al hombre para su papel evolutivo equivalía a un cambio fundamental en los valores. Huxley vio los diversos tipos de “organización de pensamiento dominante” que conforman la ética y la visión del mundo de la humanidad como vehículos de adaptación evolutiva, ya que conectan las perspectivas de los individuos con su entorno de forma que aumenta la posibilidad de que el individuo sobreviva. Sostenía que si cambia el lugar del hombre en el mundo, también debe cambiar su organización de pensamiento. Una de esas organizaciones de pensamiento dominantes es la religión, que para Huxley no estaba de ninguna manera condenado a desaparecer, sino a transformarse.  Mientras que las religiones históricas tienen cada vez más problemas para afrontar los problemas de adaptación que surgen de la ciencia moderna, especialmente de la teoría de la evolución, debe ser posible mantener alguna forma de religión, ya que “la religión de algún tipo es indudablemente una función normal de la existencia psicológica. Parece ser necesaria para el hombre” (Huxley, 1960). Para Huxley, ya se estaba produciendo un proceso de cambio de valores universales, y era ya perceptible una “religión emergente”. La religión emergente tenía la propiedad de tender un puente sobre la “actual división entre la religión [convencional] y la ciencia” (Huxley, 1960). No es de extrañar que Huxley defendiera el humanismo evolutivo en sí mismo. “La religión emergente del futuro próximo […] debería ser capaz, con nuestro mayor conocimiento de la mente, de definir nuestro sentido del bien y del mal de forma más clara para proporcionar un mejor apoyo moral; debería ser capaz de centrar el sentido de lo sagrado en objetos más adecuados, en lugar de adorar a los gobernantes sobrenaturales, para proporcionar un apoyo espiritual más auténtico, santificar las manifestaciones más elevadas de la naturaleza humana en el arte y el amor, en la comprensión intelectual y en la aspiración a la veneración, y enfatizar la realización más plena de las posibilidades de la vida como un deber sagrado”. (Huxley, 1960; énfasis añadido). Huxley sugirió que las religiones tradicionales no pueden cumplir estas funciones tan bien como el humanismo evolutivo, y pensaba que en un futuro próximo, el humanismo se convertiría en un potente sucesor de la religión.

Las celebraciones del centenario de Chicago causaron una importante impresión en el campo de la evolución biológica, sobre todo en relación con su perfil público y el mundo en general. La excepcional cobertura de los medios de comunicación y la publicidad que recibió el evento contribuyeron a crear un entusiasmo por el tema, y a su vez influyeron en el crecimiento de la literatura histórica sobre la vida de Darwin, hoy en día tan difundida que a menudo se la denomina “Industria de Darwin” (Smocovitis, 1999). En segundo lugar, la conferencia tuvo una influencia inesperada en un grupo creciente de evangélicos que consideraron la cobertura pública de una visión del mundo darwiniana como una afrenta, y en respuesta comenzaron a publicar material anti-evolucionista. De toda esta documentación tal vez la más famosa fue la de Whitcomb y la de Morris, “The Genesis Flood“, publicada poco después de la conferencia en 1961. Aquí podemos ver un efecto directo del discurso ampliamente difundido de Huxley (ver arriba) y otros contenidos de la conferencia, que conectaban explícitamente a Darwin y a la teoría evolutiva directamente con concepciones del mundo humanistas y ateas.

Al igual que las celebraciones de 1959, el aniversario del bicentenario en 2009 iba a ser un acontecimiento importante, especialmente en Reino Unido, donde se encargaron varias series de televisión (en particular, “Charles Darwin and the Tree of Life” de David Attenborough y “Darwin’s Dangerous Idea” de Andrew Marr) y se acuñó una nueva moneda de dos libras esterlinas conmemorativa. El aniversario se centró de nuevo en el uso de Darwin para promocionar el esfuerzo científico y la continua canonización como uno de los más grandes británicos de todos los tiempos. Si deseas una lista de los eventos relacionados con Darwin en 2009, consulta Darwin Online.

Moneda conmemorativa de dos libras esterlinas producida para el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, 2009. En la inscripción del borde puede leerse, “ON THE ORIGIN OF SPECIES 1859” (EL ORIGEN DE LAS ESPECIES 1859).


Moneda conmemorativa de dos libras esterlinas producida para el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin, 2009. En la inscripción del borde puede leerse, “ON THE ORIGIN OF SPECIES 1859” (EL ORIGEN DE LAS ESPECIES 1859).

Reflexionando sobre 2009

Por Fern Elsdon-Baker

La celebración del aniversario de Darwin en 2009 se hizo global en una forma sin precedentes, con la industria de Darwin en pleno vigor. Tuve la suerte de pasar ese año dirigiendo uno de los mayores proyectos de aniversario en todo el mundo, la contribución de los British Councils (Concejos británicos) a las celebraciones, “Darwin Now”, un proyecto que duró más de 2 años en 50 países de todo el mundo. Como parte de “Darwin Now” organizamos una conferencia muy exitosa con más de 800 participantes de 33 países en la Biblioteca de Alejandría en Egipto. Este evento proporcionó a muchos de los participantes, incluido yo mismo, un momento necesario para detenerse y reflexionar sobre el contexto geopolítico y cultural de Darwin y la forma en que nosotros en “occidente” lo celebramos como un icono. Aunque la obra de Darwin ha tenido un profundo impacto en la forma en que pensamos sobre el mundo natural, y merece ser celebrada, ¿deberíamos quizás ser cautelosos con las agendas sociales y políticas ocultas detrás de su colocación en un pedestal? Al trabajar para tratar de comunicar la ciencia de la evolución en el ámbito internacional en todas sus muchas y diversas formas hoy en día, necesitamos recordar que la ciencia es un esfuerzo mundial y debe ser correctamente inclusiva para todos, independientemente de los antecedentes culturales o nacionales. Lamentablemente, el legado de Darwin se ha visto empañado por su apropiación indebida a lo largo de los años, lo que tiene un profundo impacto en la forma en que el público de todo el mundo se involucra en su trabajo; debemos ser muy cautelosos con la apropiación de la investigación científica para programas sociales o políticos. Lamentablemente, lo que se hizo evidente en 2009 fue que en algunos aspectos de la celebración de este gran hombre, había una tendencia a crear una versión de “nosotros y ellos” demasiado atea de la obra de Darwin y de la ciencia evolutiva en su conjunto. Esto solo puede resultar contraproducente a largo plazo, y solo puede actuar para excluir a muchas personas de fe de participar en su trabajo y en la investigación evolutiva contemporánea. Y no olvidemos que Darwin, según su propio relato en su autobiografía, no era ateo cuando publicó “El Origen de las especies“, ni tampoco se habría identificado como tal a lo largo de su vida.

Durante los años que no coinciden con un gran aniversario en la vida de Charles Darwin, se siguen produciendo regularmente eventos, celebraciones e historias, pero a menudo se limitan a días como el 12 de febrero y son mucho más dispares en su coordinación y enfoque. Desde 2003 se ha intentado hacer de este enfoque algo orgánico y nebuloso para celebrar el legado de Darwin el 12 de febrero, un evento más formalizado a través de la corporación educativa sin ánimo de lucro conocida como la “Celebración del Día de Darwin“. Teniendo en cuenta la historia brevemente esbozada en este artículo de la apropiación de Darwin como figura de las preocupaciones contemporáneas, no es de extrañar que la “Celebración del Día de Darwin” esté de hecho apoyada por la American Humanist Association (Asociación Humanista Americana).

Este marco cada vez más dominante de la biología evolutiva y por apropiación indebida del propio Darwin como intrínsecamente humanista o ateo, presenta un verdadero problema para aquellos de nosotros interesados en la educación, la comunicación de la ciencia y la popularización de la biología evolutiva. Debido a que una gran parte de la humanidad se identifica como religiosa de una forma u otra, la apropiación atea de la biología evolutiva, con Darwin como su figura no elegida, solo sirve para alejar a millones de personas del aprendizaje de una de las teorías científicas más elegantes y bellas jamás propuestas. Profesores, académicos, periodistas, productores de televisión, autores, todos nosotros, que somos entusiastas de la biología evolutiva y de la vida y obra de Charles Darwin, debemos abordar el “Día de Darwin” con cierta humildad, y aprender a celebrar sin deificar.

Alexander Hall es historiador de la ciencia e historiador del medio ambiente, e investiga la historia de la ciencia en los medios de comunicación populares; explorando cómo los científicos han adquirido posiciones de conocimiento en la sociedad y han utilizado los medios de comunicación para comunicar teorías complejas al público. Es investigador en el gran proyecto multidisciplinar “Science and Religion”: Exploring the Spectrum” en la Universidad de Birmingham en Reino Unido. Si deseas más información, consulta su perfil de investigación.

Sigue a Alex en Twitter: @Green_Gambit

Esta publicación fue traducida al español del texto original en inglés. Si lee algún error o desea darnos su opinión sobre esta traducción, contáctenos aquí: https://scienceandbeliefinsociety.org/contact-us/