Enseñando evolución en México: ¿llevando el creacionismo al salón de clase?

Por Juan Manuel Rodriguez-Caso

UNAM Central Library, south wall, seen from the esplanade of the rectory. Source: José Miguel García Fernández, Wikimedia Commons (CC Attribution Share Alike 
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Cuando se discuten los problemas relacionados con la enseñanza de la evolución en el aula, y los conflictos que diversas formas de creacionismo surgen, en particular el creacionismo científico y el “diseño inteligente”, el país que viene inmediatamente a la mente es los Estados Unidos de América. Sin embargo, en las últimas dos décadas, en algunos otros contextos, se ha vuelto cada vez más común encontrar que este conflicto se repite. Sin ir demasiado lejos, sólo es necesario mirar lo que está sucediendo al otro lado de la frontera sur de los Estados Unidos. Hacer referencia al “creacionismo” en México es un tema que requiere mayor aclaración, ya que, por ahora, difiere enormemente de la situación de los Estados Unidos y también de la de otros países latinoamericanos, como Brasil Podemos dividirlo en dos áreas, la discusión dentro de la academia, y la percepción pública de la relación entre la ciencia y la religión.

En el ámbito académico en México, la enseñanza de la evolución biológica a nivel universitario tiene lugar enteramente en el marco de la “tesis del conflicto”. En términos generales, en los cursos de ciencias de las universidades públicas mexicanas no se debe hablar de religión – en un sentido amplio – porque se considera inapropiado bajo la “explicación” de buscar el respeto al estado secular. Irónicamente, los cursos de historia de la biología parten de enfoques “críticos” para el desarrollo de una disciplina científica, dentro de una perspectiva que entremezcla la ciencia y la religión, pero consideran el conflicto como la única opción entre dos visiones “opuestas”. Esta dicotomía se apoya en la comprensión implícita de que la práctica científica debe enseñarse sólo en términos materialistas y, en ese sentido, se rechaza que cualquier pensamiento religioso pueda relacionarse con la ciencia, idea que se basa en dar a entender que “religión” se refiere a cualquier tipo de creencia “sin evidencia”. Como aclaración, en México, las carreras de ciencias como la biología se ofrecen casi en su totalidad en las universidades públicas, que tienen una fuerte tradición secular y notorios rasgos anticlericales.

Ahora, en términos públicos, México es un país eminentemente religioso, con una población mayoritariamente cristiana. Más del 80% de los mexicanos son católicos, y el porcentaje de denominaciones protestantes está entre el 10 y el 15%, con un aumento en los últimos veinte años. De acuerdo con el gobierno, así como con encuestas de universidades públicas realizadas en los últimos años basadas implícitamente en la “tesis del conflicto”, la mayor parte de la población mexicana tiene igual confianza en la ciencia y la religión, y los datos sugieren que no existe una percepción generalizada de conflicto. Estos mismos datos indican que la actitud hacia la ciencia en términos generales es positiva, pero el avance de las visiones alternativas y pseudocientíficas es cada vez mayor. Esta situación se está complicando mucho más por la deriva ideológica de la principal agencia encargada de la promoción científica en México, especialmente por su dura defensa de lo que han llamado “ciencia campesina milenaria”, como forma de legitimar el conocimiento tradicional frente a la llamada “ciencia neoliberal”.

Catedral Metropolitana México
Source: Guillermo Calva Márquez (CC A-S-A 4.0 International license)

En 2005, el renombrado biólogo mexicano Antonio Lazcano destacó algunos de los problemas que han aumentado en los últimos años. En particular, el avance de grupos protestantes de marcada tendencia fundamentalista en diversas zonas de México ha hecho que la cuestión y la “controversia” en torno a la enseñanza de la evolución y el creacionismo adquieran gradualmente mayor relevancia. Y todo ello, en el marco de un país con una fuerte tradición católica, en el que no hay una historia importante de conflictos asociados a la enseñanza de la evolución biológica y una fuerte defensa de los valores seculares.

¿Qué papel tienen los académicos en todo esto? De lo anterior se desprenden varios detalles: hay una marcada falta de interés por parte de los académicos mexicanos en comprender lo que es el creacionismo en sus diferentes significados y formas tal y como surge en México. Una opinión compartida por muchos científicos mexicanos es tratar la religión, la teología, el cristianismo, el creacionismo, el Diseño Inteligente y cualquier concepto relacionado como una misma cosa. Pero la confusión va incluso más allá de eso. La enseñanza de la evolución biológica, en términos históricos, se basa en la reafirmación de la “tesis del conflicto”, como cuando se afirma que la publicación de la obra más conocida de Charles Darwin, Sobre el origen de las especies, marcó “claramente” el cambio de una visión oscurantista a una de progreso. Y ese discurso se basa en retomar discusiones científicas, como las que se promueven en Estados Unidos, y buscar aplicarlas en los mismos términos en el contexto mexicano, bajo la premisa de que la ciencia es universal, lo que excluye comprender los procesos de apropiación del conocimiento en diferentes contextos culturales. Al final, se promueven discusiones simplistas, en las que sólo hay dos opciones, ser o no ser un evolucionista. Así, en México, se suele afirmar que un creacionista, considerado como sinónimo de cualquier creencia, no puede entender la naturaleza de la ciencia. Estos argumentos recuerdan a autores como Jerry Coyne o Richard Dawkins, conocidos por su defensa de la agenda del Nuevo Ateísmo.

¿Cuáles son las posibles soluciones a esta situación? Una base más sólida para los biólogos en materia de historia y filosofía de la ciencia ayudaría. Aunque el riesgo de una visión dogmática de la ciencia puede estar siempre presente. Sería útil un análisis fundamentalmente sociológico basado en explicaciones plurales alternativas a la “tesis del conflicto”, que proporcionaría una base empírica para comprender estas tendencias. Esa labor ayudaría a iluminar las visiones públicas del conflicto que una parte de la academia insiste en que no existen. Parece que, si el público mexicano se enfrenta a la elección entre dos opciones, la evolución o la creación, la tendencia sería confiar más en sus creencias que en el conocimiento científico. En lugar de promover la dicotomía discutida por los científicos en los Estados Unidos, necesitamos mirar la pluralidad presente dentro de cualquier comunidad. Ser evolucionista y creyente es una mejor opción que promover posiciones fundamentalistas, especialmente si se piensa que el fundamentalismo puede ser la fuente de otros problemas para las sociedades.


https://twitter.com/Xuanin_AsturiesJuan Manuel Rodriguez-Caso holds a PhD in History and Philosophy of Science from the University of Leeds (UK). He is currently developing a project on the history of the institutionalisation of biology in BAAS meetings between 1865 and 1894, in the School of Philosophy and Letters, at UNAM. For more on Juan Manuel’s research interests see his Research Profile. Juan Manuel can be found on Twitter @Xuanin_Asturies