EL RECORRIDO DE UN PSICÓLOGO SOCIAL HACIA EL ESTUDIO DE LA CIENCIA Y LA CREENCIA

Por Jordan LaBouff

Como la mayoría de nosotros, a menudo permanezco ciego a mis propios prejuicios, incluso en mi investigación. Nada me lo ha dejado más claro recientemente que mis maravillosas experiencias al comenzar a estudiar la intersección de la Ciencia y las Creencias. En mi primer proyecto, me enfrenté a mis prejuicios sobre la relación entre ciencia y religión, mis expectativas sobre las creencias de los occidentales religiosos, y algunas suposiciones sobre el lugar de mi propia disciplina en el panorama académico.  Y estaba equivocado sobre todo.

Mi bagaje formativo es en la psicología social de la religión. Pasé los primeros años de mi carrera investigando las identidades sociales religiosas y el impacto de esas identidades en las decisiones de las personas para ayudar a las personas con necesidades, o en sus actitudes hacia los grupos religiosos. Hace unos años, tuve una oportunidad fascinante en mi ciudad natal de Bangor, Maine (EE.UU.). Tal vez más familiar para nuestros colegas europeos, Bangor inició recientemente el Maine Science Festival (Festival de Ciencia de Maine), un conjunto de eventos públicos para celebrar y comunicar lo que la ciencia hace en el estado. Como parte de este Festival, nuestra compañía de teatro local produjo una obra de Deborah Zoe Laufer, “End Days“, que se basa en gran medida en la Narrativa del Conflicto. Enfrenta a la ciencia y la religión como sistemas explicativos opuestos, incluso haciendo que el mismo actor interprete a Jesús y Stephen Hawking mientras los personajes buscan el significado después de una tragedia.  

Después de describir a mis colegas algunas de las preguntas de investigación que suscitó la obra, me enteré de un proyecto en curso de Carola Leicht, Carissa Sharp y Fern Elsdon-Baker y fui amablemente invitado a unirme a ellas en un intento de medir y comprender las percepciones de la gente sobre el conflicto y la compatibilidad entre ciencia y religión.

De acuerdo con mis experiencias en el trabajo sobre el sesgo religioso intergrupal y mi ignorancia general de la literatura específica de la ciencia y la creencia, como la mayoría de nosotros, me basé en mis propias expectativas y estereotipos. Esperaba que la mayoría del público de la obra apoyara la omnipresente narrativa de conflictos, y que los participantes religiosos serían los más propensos a ver conflictos entre las visiones del mundo.  Pensé que los cristianos americanos podrían sentir que su estatus cultural se veía amenazado por la ciencia (como afirman Simpson y Ríos, 2019), y que, por lo tanto, sería más probable que vieran la ciencia y la religión en conflicto.

Pero eso no es en absoluto lo que descubrimos. En el teatro y luego en varios estudios a gran escala con más de 1.500 participantes en Reino Unido y Canadá, descubrimos que las personas generalmente ven la ciencia y la religión como compatibles, y que las identidades sociales religiosas se asociaban más con las percepciones de compatibilidad mientras que el ateísmo se asociaba más con las percepciones de conflicto. En primer lugar, desarrollamos y validamos una medida de las percepciones de conflicto y compatibilidad entre ciencia y religión (Leicht, Sharp, LaBouff, & Baker, de próxima aparición en 2020). Mediante ese trabajo, pudimos comprobar que las personas tienden a ver la compatibilidad o el conflicto en la ciencia y la religión en dos dominios relacionados pero distintos. El primer dominio describe las interacciones hombre-mundo; es decir, el grado en que la ciencia y la religión son compatibles cuando se refiere a la comprensión y el tratamiento de las enfermedades físicas y mentales, y cómo los humanos deben interactuar con el medio ambiente.  El segundo describe la explicación de las “grandes cuestiones”; es decir, la medida en que ciencia y religión son compatibles cuando se trata de comprender los orígenes de la vida humana y no humana, el universo y lo que sucede después de la muerte. En general, los participantes consideraron que existía un mayor conflicto en el ámbito de las explicaciones, pero los que se autoidentificaban como cristianos percibieron más compatibilidad que los agnósticos, y los agnósticos más que los ateos en ambos ámbitos.

Pensé que estos hallazgos eran interesantes y estuve encantado de presentar nuestro trabajo en la conferencia Science and Religion: Exploring the Spectrum (Ciencia y religión: explorando el espectro) celebrada en Manchester en 2017. Me sorprendió lo multidiciplinar que era el grupo, no solo que los historiadores y filósofos y psicólogos y tecnólogos estuvieran todos en la misma conferencia, sino que estaban en las mismas sesiones. Francamente me sorprendió un poco ver que estaba en un panel con dos historiadores, y creo que estaba tácitamente inseguro de lo que obtendría de las presentaciones de mis colegas.

De nuevo, mis expectativas no podían haber sido más erróneas. Lo que aprendí de los historiadores fue que lo que habíamos comprobado entre los occidentales modernos era bien conocido a lo largo de la historia occidental; que la narrativa de conflictos que estábamos estudiando como una forma fundacional de pensar sobre estos dominios era en realidad una forma relativamente reciente de verlos, y una que había surgido en el pasado en contextos similares y en formas que podrían servir para informar a nuestra psicología si nos tomáramos el tiempo de sumergirnos realmente en las cuestiones de forma multidisciplinar desde el principio, en lugar de hacerlo al final.  Su trabajo, y las relaciones creadas a través de la red, ha abierto todo un nuevo conjunto de preguntas interesantes.

Mi recorrido por el estudio de la ciencia y la creencia en la sociedad ha estado lleno de sorpresas que me han ayudado a identificar y comenzar a eliminar algunos de mis prejuicios y expectativas infundadas. Mi trabajo hasta ahora, ya ha demostrado ser fructífero y frustrante a la vez, y estoy entusiasmado por las futuras actividades de la red, en las que podremos seguir desarrollando proyectos auténticamente interdisciplinares y multidisciplinares que permitirán a los psicólogos sociales como yo utilizar nuestras herramientas especializadas para unirse en responder  las preguntas básicas y aplicadas sobre la intersección de la ciencia y la creencia.


Jordan P. LaBouff es profesor asociado de psicología y obtuvo matrícula de honor en la Universidad de Maine.  Su trabajo investiga cómo las creencias, y las formas en que las personas mantienen esas creencias, interactúan con las virtudes personales y las situaciones sociales para influir en las actitudes. Si deseas más información, consulta su perfil de investigación.

Sigue a Jordan en Twitter: @JLaBouff 

Esta publicación fue traducida al español del texto original en inglés. Si lee algún error o desea darnos su opinión sobre esta traducción, contáctenos aquí: https://scienceandbeliefinsociety.org/contact-us/